El puente de las tetas, de Rafael Alberti
El origen de tan curioso nombre se debía al gran número de prostitutas y cortesanas que en las zonas circundantes o asomadas en él mostraban sus pechos para atraer clientela, y sobre todo “curar y convertir” en heterosexuales a todo aquel que no lo fuera.
Parece ser que esta cura estaría financiada por altos cargos venecianos que intentaban con ello contener la ola de creciente homosexualidad que en esos momentos vivía la ciudad, hecho al que eufemisticamente hacían referencia como “el pecado Florentino”. Y es que en 1509 se estimaba en unas 12.000 cortesanas las que venían ejerciendo la prostitución en la ciudad de Venecia.
El oleo que encabeza este post es de Amelia Pisaca cuya obra podéis conocer clikando sobre el nombre de la artista.